Boleta única de papel: un avance institucional que exige educación cívica

La Argentina se prepara para un cambio histórico en su sistema electoral: por primera vez, se utilizará la boleta única de papel en comicios nacionales. El nuevo mecanismo, que reemplaza al tradicional esquema de boletas partidarias, busca mejorar la transparencia, reducir prácticas fraudulentas y garantizar igualdad de condiciones entre todas las fuerzas políticas.

Marcelo Bermolen, director del Observatorio de Calidad Institucional y profesor de la Escuela de Gobierno de la Universidad Austral, destaca que se trata de “una transformación relevante en términos de transparencia, equidad y calidad institucional”, pero advierte que su implementación requiere una fuerte campaña de educación cívica.

“El sistema es más simple y seguro: el presidente de mesa entrega una única boleta y un bolígrafo, el votante marca su preferencia en un box, dobla la boleta y la deposita en la urna. Desaparecen los sobres y el cuarto oscuro repleto de boletas”, explica Bermolen. Además, subraya que se termina con “un negocio opaco” en torno a la impresión de boletas partidarias, que hasta ahora era financiada por el Estado sin control efectivo.

Uno de los principales beneficios del nuevo diseño es la equidad: “Los partidos pequeños, muchas veces perjudicados por el robo de boletas o la falta de fiscales, tienen garantizada su presencia en la oferta electoral”, señala el especialista.

Sin embargo, Bermolen advierte sobre los desafíos pedagógicos: “Cada elector debe hacer una sola marca por categoría. Si no marca, es voto en blanco; si marca más de una, el voto se anula. Es un sistema claro, pero requiere información para evitar confusiones, sobre todo en provincias con elecciones concurrentes”.

También alerta sobre el riesgo de apatía entre adultos mayores o votantes con escasa formación cívica, quienes podrían sentir temor ante el nuevo formato y desistir de participar. “En un contexto de baja participación electoral, la pedagogía cívica se vuelve fundamental”, afirma.

Para Bermolen, la boleta única de papel “no es perfecta ni infalible, pero representa un avance”. El desafío, concluye, está en implementarla con seriedad y acompañarla de campañas masivas de educación cívica que refuercen la confianza en el acto electoral.

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