- Economía
- 20 marzo, 2023
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lo más robusto es seguir la suba de tasas

Fuente: www.ambito.com
Dos semanas atrás, Jay Powell en el Congreso, anticipó una fiereza que 24 horas después las penurias del banco SVB dejaron con un pie en el aire. La decisión no está tomada, subrayó.

¿Es la tormenta perfecta? No. Arrecia y los bancos son candidatos siempre listos, pero el Nasdaq sube 4,4% en la semana y dice que no. ¿Es un momento Lehman? Ni siquiera Bear Stearns. El riesgo de un derretimiento existió. Se asomó en septiembre. Liz Truss desató una corrida contra la deuda británica, y colocó a los fondos de pensión “a horas del colapso”. Un día después el mundo hubiera podido estar haciéndoles compañía. Seis meses más tarde, un tiempo vital ganado por la banca central en su cruzada contra la inflación, la emergencia bancaria no es un misil que apunte directo a la solvencia del sistema financiero. Es una huida de depositantes que estalló en la periferia. No es broma aunque no sea sistémico. Ya volteó tres bancos (dos están en el podio nominal de las caídas más grandes en EE.UU.). Y es una amenaza de epidemia que desde la desventura del Silicon Valley Bank (SVB) corroe no solo a las víctimas evidentes. Los grandes bancos en EE.UU. han ganado depósitos y posicionado su franquicia inmejorablemente, pero perdido valor de mercado. La capitalización de la banca, en el mundo, mermó casi u$s500.000 millones, y no remontará hasta que cese el temor del contagio. En la medida que la política monetaria avanzó pero no lo suficiente como para discontinuar la suba de tasas, el peligro está ahí. Una inflación indócil causará más estragos que un préstamo mal dado.
Pero, en concreto, pese a la volatilidad extrema de las cotizaciones, lo que se agrietó fue madera reseca. Credit Suisse, que escoró en 2021 por sus pifias con Greensill y Archegos Capital, quedó atrapado. Es una institución financiera sistémica global. Lo que se discute es un matrimonio por conveniencia con UBS. La historia se repite. En 1998 la fusión con SBC fue la solución suiza para que las tribulaciones del UBS original se atendieran con discreción detrás de un biombo. Debería abrocharse y a otra cosa, mariposa.
¿Qué hará la Fed, el miércoles? Dos semanas atrás, Jay Powell en el Congreso, anticipó una fiereza que 24 horas después las penurias del banco SVB dejaron con un pie en el aire. La decisión no está tomada, subrayó. Depende de la data. Enero sorprendió por el subido tono de la creación de empleo y la inflación, febrero apenas se apaciguó. Pero las condiciones financieras cambiaron de cabo a rabo con el temblor de la banca. Y la Fed tuvo que actuar fuera de agenda. Esta es una crisis de liquidez fulminante. Los depositantes se la llevan a otra parte, y el sistema bancario necesita reponerla. Fabricarla a nivel individual obliga a vender activos deprisa y puede producir un crac. En cambio, la Fed la facilitó sin trauma. En una semana inyectó u$s300.000 millones. Se usó mucho más la vieja ventanilla de descuento (¡chau estigma!) que una nueva facilidad crediticia ad hoc. Ambas permitieron hacerse de liquidez (contra garantía de títulos públicos) por casi u$s165.000 millones. Fondear a sendos bancos puente – que se ocuparán del desguace de SVB y del Signature Bank – estuvo detrás de otros préstamos por u$s142.000 millones.
¿Cómo impactará en la inflación? En principio, una crisis así es deflacionaria. Y si se prolonga, peor. De ahí el derrumbe del precio del crudo. ¿Qué pasos dará la Fed entonces? Una pausa podría exacerbar los temores sobre la gravedad de la crisis y desacreditar su celo contra la inflación. Por eso mismo, el BCE, el jueves último, subió sus tasas como estaba previsto. En su caso, medio punto. La Fed copiará el ejemplo. Ya en enero izó las tasas un cuarto de punto. Repetir la dosis las dejará en 5% a un tris de la tasa terminal de 5,25%. El banco central no preveía una crisis pero sí el fin del ciclo de subas. ¿Acertó una de dos? La tasa del Tesoro a 2 años superaba 5% cuando habló Powell. Hoy merodea 3,85%. O sea, el mercado cree que pronto deberá bajarlas. Pero el futuro hay que labrarlo. En la trinchera, hay trabajo duro pendiente. El depósito de u$s30.000 millones que once bancos constituyeron en First Republic anuncia lo que no dice: no hubo un comprador. Ninguno de los once se atrevió. ¿Y por qué organizar una colecta si los grifos de la liquidez están abiertos? Houston, tenemos un problema. Y es de solvencia. First Republic no tiene el colateral suficiente para recabar esos 30.000 millones en las facilidades de la Fed (ni en el mercado de repos). La figura del depósito es una excusa torpe. Convendrá llamar a las cosas por su nombre, tomar el toro por las astas y no dejar crecer ni los agujeros ni las sospechas.
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