Policía logró condena para un jefe acosador y ahora no le pagan el salario que corresponde

La Justicia de Entre Ríos condenó a un jefe policial y al Estado provincial a pagar más de 1,2 millón de pesos a una ex agente de policía que denunció a un jefe de alto rango por acoso laboral y sexual. Tras lograr que el fallo quede firme, la víctima de este acoso, M.A., relató a ANALISIS sus padecimientos y su reclamo para lograr que le devuelvan el salario que le corresponde.

De ANALISIS

El hecho fue en septiembre de 2007, cuando el comisario, superior en jerarquía a la víctima, le ordenó a través de una nota escrita y firmada que al día siguiente se presentara a trabajar “en minifalda y colaless, bien afeitada y perfumada” y que iba a “pasar revista del cumplimiento (de su orden)” antes de que tomara servicio.

En diálogo con ANALISIS, M.A. contó sus padecimientos: “Mi primera desgracia padecida en la Policía fue cuando, saliendo de trabajar, dos menores me robaron a mano armada, me dejaron tirada y lastimada y me socorrió un colectivero. A partir de eso tuve que comenzar con tratamiento psiquiátrico y psicológico, me retienen el arma, y empieza mi odisea de terror en la Policía. Empecé con depresión, a tomar pastillas, pero siempre me reintegraba a trabajar. Después de esa situación, en 2007 me trasladan a trabajar a la Jefatura Departamental –yo siempre pertenecí a la Jefatura Central- y ahí es donde tuve mi peor horror en la Policía porque fui acosada sexualmente, laboralmente, tuve persecuciones, violencia de género, amenazas, por parte de un jefe de alto rango aunque no era mi jefe directo. Todo el tiempo me hacía llamadas telefónicas con los teléfonos de la policía donde me decía que estaba linda, que tenía una cola hermosa, que le gustaban mis labios”.

“En ese momento yo estaba casada y él me hostigaba a cada momento. Él tenía muchos años de antigüedad y yo tenía muy pocos años de antigüedad, y se aprovechaba de eso, me perseguía, me hostigaba, me denigraba como mujer, como persona, como madre. Por todo esto yo tuve que denunciarlo primero en el lugar de trabajo, en Asuntos Internos, y después mi abogado me sugirió también ir a la Justicia porque a veces la policía no actúa”, relató.

La hora de la Justicia

Tras la denuncia judicial, M.A. esperó que la institución policial a la cual pertenecía y a la que le dedicaba su vida, al igual que su papá y su abuelo que también fueron policías, la contuviera y la ayudara. Pero eso no sucedió: “Cuando denuncié nunca fui escuchada por ningún jefe de Policía, jamás me dieron la cara, también hice un montón de notas al gobernador de ese momento, pero nunca nadie me escuchó. Y tampoco en la Policía nadie lo sancionó”.

En su denuncia, la mujer afirmó que su jefe le enviaba numerosos mensajes preguntándole si trabajaba y si quería que la pasara a buscar por su domicilio, y lo acusó en consecuencia por “acoso sexual y laboral sistemático”.

Tras años de derrotero judicial, en abril de 2021 por mayoría los jueces de la Cámara en lo Contencioso Administrativo Nº 1 de Paraná, Gisela Schumacher y Rodolfo Jáuregui, revocaron la sentencia de un Juzgado de Primera Instancia de la capital entrerriana y ordenaron al comisario principal y al Estado provincial al pago de 1.293.518 pesos, más los honorarios de los abogados intervinientes. Consideraron que “existió violencia de género laboral y sexual” y el imputado le causó a la agente “incapacidad sobreviniente, pérdida de chance, daño moral y daños patrimoniales”, ya que la mujer debió consumir “medicamentos y someterse a tratamiento psicológico”.

En su voto, la jueza Schumacher remarcó “las dificultades probatorias del acoso sexual y laboral, porque son hechos que no suelen suceder frente a otras personas” y pidió “empoderar la palabra de la señora de policial jerarquía inferior, que denunció a un superior y afrontó todo el proceso posterior que implica, siempre, enorme desgaste emocional”.

Además de la denuncia de la víctima, la magistrada tuvo en cuenta la existencia de “múltiples factores que pueden llevar a hacer silencio o no reaccionar inmediatamente frente a los agravios” en una fuerza policial, como “miedo al ridículo, a la sanción jerárquica, a que se intensifique la agresión, entre otros”.

La jueza precisó luego que se tildó “de broma algo que fue considerado ilegal por la propia Policía” de la provincia, sin atender la “percepción de la víctima sobre tal acto”; recordó que “se la culpó por su personalidad como un factor predisponente, siendo que pidió licencia y estuvo internada poco después de haber recibido la nota”.

Para la magistrada, la falta de consentimiento “ha quedado demostrada” y destacó que la ex agente se sometió a “innumerables instancias en las que mantuvo firmemente su versión de los hechos, que incluyó la expresión contundente del desagradado, malestar y daño que lo vivido le provocó”.

Sin poder contener las lágrimas, con la voz cortada por el llanto, M.A. le contó a ANALISIS el modo en que toda la situación afectó a su salud: “Cuando me pasa esto yo caigo en un pozo depresivo, porque yo ya venía mal por el asalto; estuve con mucho tratamiento psiquiátrico y psicológico para superar esto, me medicaban mucho. Estuve internada 7 días en el hospital psiquiátrico, estuve al borde de la muerte cuatro veces, y me sentí abandonada por la Policía, nunca nadie me llamó, nadie me atendió, nadie me escuchó y yo solamente quería ser escuchada”.

“Yo a la policía la llevo en la sangre, porque vengo de familia de policías con conducta intachable, y yo también porque cuando me pasó esto yo tenía todas mis vacaciones sin tomar, conducta intachable, calificaciones de sobresaliente por todos los jefes, me felicitaban por mi tarea laboral cotidiana. Y este señor con este acoso, esta persecución, esta violencia que ejerce sobre mi persona, como mujer, me denigra delante de mis compañeros”, mencionó.

La lucha continúa

Finalmente, en 2023 el Superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos dejó firme el fallo, tras lo cual la Policía cesanteó al jefe condenado con el salario correspondiente a la jerarquía que ostentaba, pero M.A, que es la víctima en este caso, todavía sigue peregrinando por recuperar el salario que le corresponde.

“A este señor lo retiraron con un sueldo de un jefe alto mientras que a mí me retiraron por incapacidad laboral, debido a mi tratamiento psiquiátrico y psicológico, que los padecí porque a mí me mata en vida este señor. Fue en ese momento mi problema, pero yo no estoy loca, estoy cuerda, y me jubilan por estar medicada. Nunca pedí jubilarme, yo era el sostén de mi casa porque mi ex marido no tenía trabajo en ese momento. También mi abogado pidió que me dejaran en tareas pasivas, y nunca lo aceptaron”, contó.

“Hoy estoy acá porque siempre quise que alguien me escuche, porque me sentí muy abandonada. Yo llegué a pesar 42 kilos, estuve al borde de la muerte, perdí todo, perdí mi hogar, perdí mi carrera policial, perdí a mi marido, a mi hijo que con 16 años se fue a vivir a otro país, perdí hasta mi salud. Y encima a partir de la sentencia favorable, donde condenan a este hombre, la Policía tendría que haber actualizado mi recibo de sueldo dándome la última jerarquía, la cual hasta ahora no la tengo. Yo no le pido que me dé una condecoración, le pido lo que es justo, lo que es mío, lo que me pertenece, lo que me robaron, lo que me sacaron injustamente. Yo soy inocente, soy víctima”, reclamó M.A., siempre entre lágrimas y con la voz ahogada por la angustia.

En ese mismo sentido, planteó: “Todo lo que me pasó, me pasó trabajando, lo demuestro con la Justicia, tengo una condena firme de este señor, favorable a mí. Y ahora estoy ganando solamente 37.000 pesos, que no me alcanza para nada, no puedo comprar mis medicamentos. Automáticamente tienen que mandar esto a la Caja de Jubilaciones y me tienen que devolver mi sueldo. Me mandaron desde la Fiscalía de Género en Tribunales a hablar con un señor de Recursos Humanos, que la oficina está enfrente a la Caja de Jubilaciones, y él le hizo una nota a la ministra de Gobierno y Seguridad, Rosario Romero, que es mujer y que podría entenderme, pero nunca me llamó, ni siquiera un secretario de ella para decirme algo”. 

Destacó que “un alto jefe policial me atendió, me dijo que yo era una víctima inocente y que harían todo lo posible con el jefe de policía para que yo tenga mi sueldo ya, pero hasta ahora yo estoy sin mi sueldo y soy una indigente”.

“En la Caja de Jubilaciones no me dejaron pasar para hacer mi reclamo, los dos policías que estaban en la puerta me maltrataron. Mis propios compañeros me denigran, me tratan de loca por reclamar lo que es mío, pero nadie sabe lo que yo padecí. No me dejaron hablar con el presidente de la Caja, pero una señora que me atendió por teléfono me dijo que mi causa está archivada, que busque un abogado y que presente una nota para desarchivarla. Pareciera que me están cargando, porque mi caso es urgente porque no tengo para comer, para comprarme mis remedios, hoy tengo que salir a trabajar cuidando a una señora mayor para poder vivir. Y eso no es justo, yo tengo que cobrar el sueldo que me corresponde, que es mío”, exigió.

“Ahora yo tengo que seguir haciendo trámites cuando con una copia de la sentencia me lo tienen que autorizar automáticamente y devolverme la plata que me sacaron de mi sueldo, de todos los años que yo no estuve cobrando. Yo soy inocente, soy víctima y me lo tienen que pagar automáticamente. Me tienen que dar lo que me corresponde, y necesito que me den mi última jerarquía porque necesito cobrar mi plata, porque es lo que me gané. Necesito vivir, soy una mujer grande, a mí la policía lamentablemente me mató, ese señor me mató, me arruinó la vida y mientras está condenado sigue en su casa cobrando todo su sueldo, y yo que soy la victima sigo acá sin mi sueldo y reclamando. Con todo el daño que yo he sufrido la indemnización que dictaminó la justicia no es nada, yo necesito mi sueldo porque es mío, necesito vivir con la dignidad que me corresponde. Todo esto me trajo enfermedad, tengo presión muy alta y estoy medicada y a veces no llego para comprar mis remedios, ¿por qué tengo que pasar esto?”, se preguntó.

“Con 37.000 pesos que cobro ¿qué hago? Estoy indigente. Por eso quiero lo mío, lo que me gané, quiero que me den lo que me corresponde”, concluyó.

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